La importancia de los niveles
Seguro que en más de una ocasión has oído a tu mecánico decir que mantener los niveles es muy importante para el buen funcionamiento del vehículo. Aceites, refrigerantes, agua, … son fundamentales para que no tengamos sustos inesperados.
El líquido refrigerante es uno de los niveles que debemos tener controlado, ya que es esencial para que el motor de nuestro vehículo funcione adecuadamente. Este líquido es el encargado de absorber el exceso de calor que se genera cuando el motor se pone en marcha, manteniendo una temperatura de unos 90 ºC. Durante el verano nuestros coches sufren del calor como nosotros y si estamos parados en caravanas el peligro aumenta.
Pero también debemos tener cuidado cuando las temperaturas comienzan a bajar, el líquido refrigerante se puede solidificar y terminar rompiendo el sistema, para que esto no ocurra debemos añadir el anticongelante. Este último líquido protege el motor de la corrosión y evita las formaciones calcáreas. Por tanto, el anticongelante es una propiedad del líquido refrigerante, aunque en la mayoría de las ocasiones hablamos de ellos indistintamente.
No es normal que el líquido refrigerante se pierda ya que su circuito es hermético, pero si falla el mecanismo limitador de presión de la tapa, este se puede evaporar. También es posible que se produzcan fugas por alguna manguera o por alguna abrazadera ya sea porque la junta principal está en mal estado o porque exista algún tipo de problema en la transmisión automática que se encuentra en el radiador.
Si ocurre alguno de los casos anteriores el nivel de líquido refrigerante puede bajar y sobrecalentarse el motor; si el vehículo está en marcha esto nos llevará a algo muy peligroso, que el motor se queme.
Además, se puede dar el caso que lleves mucho tiempo sin cambiar el anticongelante y este haya perdido sus propiedades. En este caso si es invierno el motor no arrancará ya que sus componentes móviles se habrán congelado. Si intentas forzar el vehículo, el motor podría bloquearse o romper el circuito de refrigeración. Con lo cual, es conveniente revisar los niveles pero también saber cuando se realizó el último cambio para reemplazarlo si ha pasado mucho tiempo.
En el mercado hay diferente tipo de anticongelantes, cada uno de ellos con diferentes propiedades, por eso, debemos conocer el tipo de anticongelante lleva nuestro vehículo y saber cuales son sus propiedades.
En el caso de los líquidos refrigerantes con glicol, este se debe cambiar cada 40.000 kilómetros o dos años. Pero, el cambio del anticongelante orgánico se puede alargar un poco más: puede aguantar hasta cinco años o unos 80.000 kilómetros. Los anticongelantes inorgánicos tienen silicatos, unos minerales que tienden a degradarse con el paso del tiempo. Sin embargo, los anticongelantes orgánicos contienen otros aditivos de protección que le dan mayor versatilidad y durabilidad. Además, estos últimos también suelen tener una temperatura de congelación más alta y protegen mejor contra la cavitación.
Cuando vayas a cambiar anticongelante de tu vehículo, debes tener en cuenta algunos cosas:
- Que tenga una temperatura de ebullición elevada, más alta que la del motor en funcionamiento, para que el líquido refrigerante no se desintegre.
- Que tenga una baja temperatura de congelación, así te asegurarás de que no aumente el volumen del líquido y no se produzca una rotura en el circuito de refrigeración.
- Que posea una viscosidad muy baja, para que fluya fácilmente.
- Que no produzca cavitación, así te asegurarás de que se formará la menor cantidad posible de espumas y que estas desaparecen rápidamente.
- Que sea anti corrosivo y anti incrustante, para evitar la formación de depósitos sólidos y la acumulación de calcio en el sistema de refrigeración.
De todos modos, lo mejor es dejarte aconsejar por tu mecánico de confianza, nadie mejor que los profesionales para que nos ayuden en el mantenimiento de nuestro vehículo.
Fuente: euromaster-neumaticos.es
